Hay decisiones que te cambian la vida.
En mi caso, fue una estatua. De escayola.
En la cabeza.
Pero espera, que me adelanto.
Tenía unos 8 años, la edad justa para ignorar cualquier advertencia materna y convertirla en un reto vital, porque yo de pequeño además de intrépido era idiota.
Mi madre me dijo:
“No toques eso.”
Y claro. ¿Qué hice yo?
Exacto. Toqué eso.
¿Qué era “eso”?
Una Venus de Milo de escayola, puesta como si fuera un trofeo en lo alto de un armario cojo, en mi habitación de niño.
Lo más artístico que tenía yo en mi habitación, era un barco pirata de Playmobil.
La Venus era una anomalía.
Una invitación al caos.
Y encima iba medio desnuda.
Y no tenía brazos.
Y me miraba (en mi mente, claro, porque no tenía ojos).
Así que... toqué.
O mejor dicho: desequilibré el sistema solar de mi infancia, ª y también desequilibré el armario
La Venus cayó con la precisión de un misil teledirigido, directo a mi cabeza.
Sonó un crack seco.
No hubo sangre, pero sí polvo blanco en suspensión.
Como en los baños de una discoteca, pero sin drogas y sin dignidad.
Me llevé la mano a la cabeza.
Y ahí ocurrió lo mágico:
Mi madre entró, vio la escena...
Y se rió.
No gritó. No me regañó.
Se rió.
Y esa carcajada me golpeó más fuerte que la estatua.
💡 Click mental.
Ahí entendí algo que todavía me guía:
El desastre, bien contado, es oro.
La torpeza, bien narrada, es un regalo
Mi camino no era la ciencia.
Ni la política.
Ni la NASA.
Era hacer reír. Contar mis mierdas. Hacer de cada tropiezo, comedia.
Desde entonces, aquí estoy.
Sacándole brillo a lo que otros esconderían.
Y sí: si alguna vez una madre te dice “no toques eso”…
Tócalo.
Pero asegúrate de que haya público.
También asegúrate del contexto, no vaya a ser que acabes en comisarida.
Pues cada semana mando dos emails ultraépicos:
Historias absurdas, reflexiones innecesarias y anécdotas que no salen en mis shows,
porque soy monologuista español, probablemente el mejor monologuista español que hay en mi casa, pero en los shows de comedia que hago no cabe todo.
Así que
Si te mola desconectar un ratín de la realidad de mierda en la que vivimos,
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